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Es un cuadro, un cuadro abstracto, un cuadro con un solo significado, un cuadro maravilloso.

Hay colores claros y oscuros, fríos y cálidos.

No puedes recordar todos los días que lo coloreaste, aunque si sueles hacerlo de aquellos que hubo pinceladas más difíciles, más duras, más complicadas. Aquellas que provocaron que arrojaras la paleta contra la ventana, que agarraras fuertemente tu cabello, mientras negabas con la cabeza, mientras las lágrimas recorrían tus mejillas.

Sonríes cuando tu mente vuelve a aquellos colores que hicieron que saltaras de emoción, que entusiasmad@ cogieras el teléfono para contárselo a aquella persona tan especial, aquellos colores que pintaron la sonrisa de aquel mejor día de tu vida.

Hay tantos colores, tan distintos unos con otros, y a la vez, algunos tan parecidos. Todos ellos desembocaron en tantas cosas…

Solamente tú sabes su significado, solo tú y nadie más. Por mucho que lo hayan observado, de cerca y de lejos. Durante días, durante años. Nadie puede comprenderlo como lo haces tú. Tú, que conoces cada forma abstracta y lo que ocasionó, que distingues desde ese “esto no me volverá a pasar” hasta ese “quiero que esto sea así todos los días de mi vida”. Tú, tú conoces todas las cosas que significó en sus diferentes etapas. Porque no siempre significó lo mismo, y seguirá cambiando de significado hasta que esté terminado.

Cada mañana, nos levantamos con nuestros pinceles para seguir con nuestro cuadro. Nuestra obra de arte no está finalizada. Sigamos pintando, sigamos creando, sigamos para que finalmente, quede el cuadro que queremos para nosotros, para tener la vida que deseamos tener y que queramos recordar.

C.casu