LA TORMENTA DE LA TRAICIÓN



Son altas horas de la madrugada, la oscuridad se manifiesta en las calles vacías. Tan solo las farolas a ambos lados de la carretera consiguen emitir esa escasa luz anaranjada, iluminando alguna hoja que se desplaza con una suave brisa. Tú duermes, el sonido de los grillos y la pequeña brisa no es suficiente para que tú, que permaneces con los ojos cerrados, despiertes. Y entonces pasa; esa luz, esa luz que ilumina el cielo en su totalidad, esa luz, que ilumina las ramas de los árboles que empiezan a agitarse violentamente irrumpe en el paisaje en silencio.  Aparece un rayo, formándose en el cielo. De repente suena, retumbando contra el suelo, con ese sonido tan peculiar, con ese sonido capaz de hacer que abras los ojos, con ese sonido que te despierta. Caen a gran velocidad y chocando contra tu ventana gotas del cielo, mientras te elevas de la cama, deslizándote un mechón de pelo hacia atrás, dirigiéndote a la ventana para abrir la persiana y encontrarte con la tormenta, esa tormenta que ha hecho que abras los ojos, esa tormenta que ha hecho que despiertes.

Entonces lo ves, más claro que nunca, cuando miras con objetividad y la ves. La ves a ella, a esa persona en quien confiabas, a esa persona con la que pasaste tantos momentos, a esa persona por la que ignoraste aquellos comportamientos que tenía y que se salían de lo “normal” pero que decidiste ignorar porque solo eran detalles. Te avisaron en repetidas ocasiones, te dijeron que alguien como ella te traicionaría, pero decidiste no tomártelo en serio. Ahora es esa persona quien te demuestra que los demás tenían razón, quien provoca el trueno, quien te hace ver que ella es la tormenta a la que tienes que decir adiós, alejándote sin nostalgia.

C.casu


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