La bolsa, el viento, tú...





La luz de la madrugada ilumina delicadamente la calle, esa calle acompañada del viento que remueve las hojas, que remueve aquella bolsa de plástico desplazándola de la acera a la carretera, de la carretera a la acera, provocando que dé vueltas sobre sí misma, mientras adopta diferentes formas moldeadas por el viento. Se eleva hacia arriba, de nuevo cae violentamente hacia el suelo por el que se arrastra causando pequeños agujeros en sí misma, hasta chocarse con una farola que la paraliza, la paraliza hasta que vuelve a elevarse hacia arriba.

Mi error fue, en su día, confundir el verdadero significado de la libertad. Vivía creyéndome libre. Vivía dominada por mis sentimientos, por mis emociones.
No hay control cuando los impulsos rechazan a la razón y toman las riendas de tu vida.
Creí que debía servir a mis emociones, que debía contentarlas siempre, complacerlas, y caí, caí poco a poco sin darme cuenta. Un día te encuentras sentada en el sofá, sosteniendo la mirada en un punto fijo, deslizando suavemente un mechón de pelo hacia atrás. Dándole vueltas a la cabeza, recordándolo todo paso a paso, con la intención de saber cuál fue el error, cuándo empezaste a tomar malas decisiones, cómo no pudiste predecir aquel desenlace. Y lo sabes, en el fondo lo sabes, ignoraste las cosas que no querías asumir, con el ingenuo pensamiento de que así desaparecerían. Hiciste las cosas como quisiste, disfrutaste cada detalle, olvidaste cualquier tipo de responsabilidad y flotaste en el aire, flotaste y eso era lo importante, lo importante en ese momento. Pero cada día era más difícil ignorar determinadas cosas, la conciencia empezaba a elevar la voz, a gritarte haciendo que calleras violentamente hacia el suelo para arrastrarte contra él. Con un poco de suerte, antes de que la bolsa choque contra la farola, tú ya has tomado conciencia del problema y buscas tu solución, y si no es así, el golpe contra la farola puede ser una oportunidad para volver a elevarte hacia arriba con más fuerza, sin dejar que el viento acabe contigo, sin dejar que tú mismo acabes contigo. 


C.casu



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